Celebramos San Andrés en el Mercado del Agricultor de Tegueste

El Mercado del Agricultor y Artesano de la Villa de Tegueste celebra el domingo 29 de noviembre, víspera del día de San Andrés, distintas actividades de animación en sus instalaciones, a partir de las 10,00 horas de la mañana e ideadas para el disfrute familiar.

San Andrés se convierte en una fecha en la que confluyen elementos simbólicos, festivos y gastronómicos. Tras la vendimia llega la apertura de las bodegas que se suelen acompañar del consumo de castañas y al que se le suman una serie de manifestaciones populares donde el ruido es el denominador común y los chiquillos y las chiquillas de nuestros pueblos los principales protagonistas.

En la Fiesta de San Andrés, la noche del 29 al 30 de noviembre, «se tapan» los vinos en Canarias. Acompañando este hecho, aparecen en las calles de los pueblos decenas de chiquillos tirando de «los cacharros», latas de conservas enhebradas con un alambre o «verga» haciendo ruido por el rozamiento de estos con los adoquines o el asfalto. Una fiesta con un marcado carácter comunitario, donde las familias y amigos se reúnen en torno a un brasero donde se tuestan las castañas o se guisan con agua, sal y matalahúva que se acompañan con un buen mojo, un pedazo de pescado salado o sardina y batatas del país.

Tradiciones y Mercado del Agricultor de Tegueste

El vino y las castañas, productos de nuestra tierra presentes en el Mercadillo del Agricultor de Tegueste que serán los acompañantes perfectos de las actividades programadas. Una buena ocasión para disfrutar de los caldos que la Asociación de Viticultores de Tegueste (AVITE) comercializa todos los fines de semana

Son múltiples, y de diferente origen, las versiones sobre el inicio de esta festividad. Unas de carácter religioso, como la que sostiene que San Andrés era cojo, llegó borracho y cargado de cacharros a fines de noviembre y no el día primero como todos los santos. Otros afirman que el santo cogió tal borrachera que se quedó dormido y hubo que despertarlo con el ruido de cacharros que los niños le habían colgado de sus ropas. Algunos curas ven una relación con el martirio del santo, en el que este fue sacrificado y arrastrado. Por último hay quienes afirman que se trata de la institucionalización de una costumbre en las islas, por la cual durante la acción de las plagas de langostas se hacían correr cacharros para ahuyentarlas.

Alberto Galván Tudela, catedrático de antropología de la Universidad de La Laguna, en su trabajo sobre las Fiestas Populares en Canarias, también apunta la posibilidad de una festividad asociada al vino y a los bodegueros: «(…) Una vez hecho el mosto, este se deja fermentar en un tonel y se le deja reposar ocho o diez días. A partir de entonces, el vino se pasa a otro tonel que debe estar limpio. Tal limpieza se realizaba con una lejía especial extraída de algunas plantas y con agua salada. Para conseguir el agua salada, bajaban desde las bodegas a la costa y limpiaban de esta forma los toneles, al menos en los primeros momentos. Debido a la inexistencia de medios de transporte apropiados los hacían rodar por las pendientes, y algunos incluso afirman que utilizaban unas tablas, las corzas, para evitar que se dañara la estructura del tonel».

El rico folclore canario nos puede sorprender con numerosas producciones en torno a esta efeméride: poesías, romances, adivinanzas, cantares, bailes, juegos, gastronomía, medicina tradicional, artesanía, etc.

Fuente: Nº 10 Revista La Gaveta, editada por CEP Santa Cruz de Tenerife en mayo de 2004